Dios 2.0

Un upgrade para la versión 1.0 que tiene ya más de 6,000 años que traemos instalada.

Einstein es una especie de figura disputada entre creyentes y ateos, con ambos grupos alegando que la filosofía espiritual del científico les es más afín. Una carta personal de Albert Einstein que recientemente fue dada a conocer causó controversia en el marco de esta disputa.

En la carta, fechada en 1954, Einstein le contesta a un autor que le había pedido que escribiera un prólogo para su libro titulado “Choose Life: The Biblical Call to Revolt” (Algo así como: Escoge a la Vida: el llamado bíblico a la revuelta):

“La palabra Dios no significa para mí nada más que la expresión y el producto de la debilidad humana, la Biblia una colección de leyendas honorables, pero primitivas, que son sin embargo bastante infantiles. Ninguna interpretación, no importa que tan sutil, puede cambiar esto para mí.”

Einstein al expresarse sobre su espiritualidad alguna vez mencionó:

“Mi religión consiste en la humilde admiración hacia el espíritu infinitamente superior que se manifiesta en los pequeños detalles que somos capaces de percibir con nuestras frágiles y limitadas mentes.”

A este espíritu Einstein lo llamaba Dios; sin embargo, se cuidaba de diferenciar esta idea suya de la idea más común:

“No puedo imaginarme un Dios que premia y que castiga a los objetos de su creación y que no es más que un reflejo de la fragilidad humana.”

Claramente la idea que Einstein tenía de Dios poco tiene que ver con la imagen del Dios bíblico, o el de casi cualquier otra religión. A esta versión de la idea Dios, cuyo origen se remonta a la edad de bronce y que ha acompañado desde entonces a la cultura humana, Michael Shermer la llama Dios 1.0.

Con su acostumbrado ateísmo ecuménico, que se diferencia del ateísmo militante que encabeza Richard Dawkings por su ánimo de conciliación, Shermer propone un “upgrade” a la siguiente versión. Dios 2.0 se basaría en la descripción que da Stuart Kauffmann en su reciente libro "Reinventig the Sacred” (Reinventando lo Sagrado). Kauffman, quien es reconocido como uno de los pioneros de la teoría de la complejidad, no acepta el reduccionismo que frecuentemente se asocia al pensamiento científico, donde toda la naturaleza puede ser explicada si se logra desmenuzar y entender sus componentes más básicos, preferentemente bajo el rigor del método científico.

Kauffman piensa que hay fenómenos en la naturaleza que no pueden ser explicados por las leyes newtonianas, y que tampoco rompen ninguna de esta leyes. Por ejemplo: la consciencia, el origen de la vida, muchos elementos de la economía, la biósfera, etc. Estos fenómenos, que surgen o emergen de una complejidad, no pueden explicarse dentro del marco científico Newtoniano. Y no es que no puedan ser resueltos solamente por el tamaño de la complejidad de la que surgen, lo cual solo requeriría computadoras más grandes, sino por su naturaleza misma. La participación de variables cuyo valor (o existencia) no puede conocerse, hace que ninguna ecuación sea capaz de describir a un fenómeno emergente. Dice Kauffman:

“Dios es el nombre que le damos a la incesante creatividad que hay en el universo natural, la biósfera y las culturas humanas.” Este proceso creativo, esencia de los fenómenos emergentes, “es tan asombroso, tan avasallador, tan digno de admiración, gratitud y respeto, que es Dios suficiente para muchos de nosotros. Dios, un Dios totalmente natural, es la creatividad misma en el Universo.”

Shermer se manifiesta encantado con la idea pero como buen escéptico, duda mucho que esta moderna version 2.0 logre desplazar a la versión 1.0, que tiene más de 6,000 años corriendo en el software de nuestras culturas.

Fuente: "Sacred Science" por Michael Shermer. Scientific American Julio 2008



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